Había una vez una vez dos plumas de diferentes aves. La una era alargada, colorida y de varias formas pues había pertenecido a un pavo real y la otra era blanca, pequeña y ordinaria.
La pluma embellecida fue utilizada para que formara parte de un abanico elegante de una dama muy adinerada, y la pequeña pluma fue a parar a la almohada de un humilde leñador.
Cuando la almohada y el abanico fueron desechados en el basurero del pueblo, ambas plumas se reencontraron, entonces la que era más acicalada le dijo a la otra:
- Yo conocí a gente famosa, ayudé para que las miradas de mi dueña sean coquetas y siempre estuve muy perfumada
La pluma blanca de gallina le dijo:
La pluma embellecida fue utilizada para que formara parte de un abanico elegante de una dama muy adinerada, y la pequeña pluma fue a parar a la almohada de un humilde leñador.
Cuando la almohada y el abanico fueron desechados en el basurero del pueblo, ambas plumas se reencontraron, entonces la que era más acicalada le dijo a la otra:
- Yo conocí a gente famosa, ayudé para que las miradas de mi dueña sean coquetas y siempre estuve muy perfumada
La pluma blanca de gallina le dijo:
- Bueno, yo permanecí agachada, no salí de la funda de almohada y no tenía tan agradable olor como tú
Un papel, que se encontraba entre los desperdicios, escuchó la conversación, y preguntó a la pluma elegante:
- ¿Y qué guardabas entre tus bellos colores?
- Chismes.- respondió alegremente la pluma fina.
- ¿Y tú?.- preguntó a la pluma blanca.
- Sueños.
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